miércoles, 15 de agosto de 2012

ENTRE LAS SOMBRAS




ENTRE LAS SOMBRAS


  Recuerdo cómo de niño no me gustaba comer pescado.
Ahora lo como todos los días. Que paradoja...
  También me gustaba pasar las horas escuchando música 
o haciendo algo de deporte y leyendo alguna cosa.
Cuando me cansaba me lo pasaba bien rodeado de gente. 
Me gustaba mucho reír y hacer reír. 
También cuando me enseñaban algo nuevo. 
Ahora es raro el día en que escucho 
más de tres canciones o leo más de dos días. 
Tampoco practico ya ningún deporte 
y no le encuentro mayor sentido.
  Ahora, tan solo paseo por las calles vacías
y hace tiempo que camino solo. He descubierto 
que todo se ha convertido en un puro entretenimiento 
y a mí sólo me gustaría poder hablar con alguien.
Y es que ahora, que he hecho de los árboles mis amigos
y hablo a solas a los muñecos de nieve
y le canto al mar cuando pienso;
se levanta siempre la misma pregunta, 
¿por qué no estoy contigo?

  Te recuerdo casi cada día.
Los días en los que no lo hago 
es porque se me olvida. Esos son los días buenos. 
Porque son los días en los que no pienso. 
Los días en los que estoy entretenido. ¿Sabes?,
es difícil no pensar cuando no se tiene nada. 
Pero, ¿quién hubiera pensado entonces 
que desearía no pensar?

  Ahora, que estoy solo y he tenido 
que reaprender parte del camino de esto que llaman vida, 
me doy cuenta de lo vacía con que está hecha.
Ya no me sirve de nada aquello que pensaba que 
era importante
y ha perdido el sentido lo que la llenaba 
insustancialmente de banalidades.
  Ahora, en el todo-el-tiempo que tengo,
camino y respiro. Me lleno del vacío
para permanecer en él. Simplemente vivo. Pues, 
¿cuál es el verdadero sentido de la existencia 
si cuando nos vemos deshojados de toda envoltura 
somos seres errantes que vagan cual fantasmas, 
desidiosos, tan solo amparados en la fuga del tiempo
que nos conduzca a otro nuevo amanecer con esperanza?

  Esperanza... Deseo tanto la esperanza.
Porque en la nada, en el vacío, en la soledad verdadera 
del último hombre en pie 
no somos más que seres inertes entre las sombras
con la mirada baja, tal vez mirando al cielo 
deseando que todo esto acabe. Pero...
¿Por qué yo? ¿Por qué todo esto me ocurre a mí?
No tiene sentido. ¿Y estos fantasmas 
que me persiguen? ¿Todos estos recuerdos?...
Mis padres, los días en la escuela, 
jugar en la calle toda la tarde, mi infancia, 
la universidad, los besos que tanto desee, la vez 
que me dejaste levantarte el flequillo 
cuando estabas tumbada, desnuda. Están siempre 
tan presentes... Pero, ¿están realmente ahí? 
¿Por que aparecen siempre tan a media distancia, 
como si los tocara? 
     Estos fantasmas, estos recuerdos, 
¿no están todos locos?;
¿o seré yo quien se esté volviendo loco?
 Sí, debe ser eso. Estoy loco.
Y lo único que me salva, a veces,
es pensarte.


Caigo dormido. 
Amanece de nuevo.
Despierto solo en el mundo. 
Otro día más. 
¿Cuántos más?



© Texto: Yiyi M. E, "Entre las sombras", agosto 2012.
Inspirado en el cómic del mismo título de Arnaud Boutle
Imágenes: Entre las sombras - Arnaud Boutle

martes, 7 de agosto de 2012

LA NIÑA DE TUS OJOS




LA NIÑA DE TUS OJOS


   Hace unos años tenías los ojos encendidos
por la esperanza de una nación
y todos los hijos de este país
que radiaban ilusiones con cada uno de tus saltos.
   Naciste en ese estado de bienestar
en el que qué bien estábamos casi todos,
y te educaron con tanto, que parecía que te pedían
el cielo, pero tú tan solo jugabas como niña que eras
y se te escapaba ese incierto futuro
en el que sólo piensan aquellos que se van
quedando sin nada. Tu presente estaba lleno de ilusión
y eso a ti no te faltaba.

   En aquellos días solíamos salir al parque
y, a veces, yo, te observaba el cabello
escurrirse por entre mis dedos,
y en la cornisa de su rastro
tú te girabas y me preguntabas
dónde miraba mi mirada tan perdida.
   Normalmente quedaba en silencio, aunque otras veces,
te contestaba; porque tú nunca me pedías explicaciones
y cualquier respuesta te era buena; aunque siempre, al alejarte,
se encontraban mis ojos persiguiendo la estela de tu sombra
como queriendo contarle todo lo que callaban.
   ¿Recuerdas cómo fueron pasando así las tardes?
Parecían páginas de diario, de esas que escriben una vida.
Aunque desgraciadamente, en paralelo, otra parte del país
escribía unas páginas que bien nos hubiese gustado
que fueran falsas.

   Y así, sin remedio, nos encontramos
con la noche de oscuro cielo
en la que tú me preguntaste sorprendida
cómo podía ser esto cierto
si aún te faltaba la mejor media hora con tus juegos.
Sabes que nunca te mentí, pero la verdad era entonces
demasiado dura: el cielo es un reflejo
del tiempo venidero, quisimos tocar cometas,
pero no alcanzamos con las yemas de nuestros dedos.
   Pero dime, ¿recuerdas en aquella tarde
a aquel muchacho de extraños pelos?
Ese que te contó historias que hicieron que tus ojos
se prendieran en fuego. Apartado, yo lo observé
con la admiración de quien te mantienen en velo,
sin embargo, otros, más lejos, lo observaban con recelo.
Déjame que te cuente, niña, que aquel tipo
tuvo que hacer las maletas y ahora vive en el extranjero.

   Pero, aquí quedaron los de siempre
con sus máquinas y fábricas de sueños falsos
discerniendo cómo camuflar mentiras
con historias fantásticas de esas de niñas
que agitan sus cabellos, que sonríen por la vida
sin preocupaciones, rechazando oportunidades
como si estas le cayeran del cielo.
   Mientras, en un plano secundario, en el parque
tu padre te mira, niña, preguntándose
cuándo volverá a dormir en sosiego, tú sabes,
sin llorar mientras duermes; tan sólo soñando con el día
en el que pueda retirarte de los ojos el pelo.

 © Texto: Yiyi M. E, "La niña de tus ojos", verano 2012.
 Imagen:  Camino de mi casa - León Jiménez




miércoles, 1 de agosto de 2012

COMETAS EN EL CIELO




COMETAS EN EL CIELO [3]
  

En Afganistán hay muchos niños, pero poca infancia. Nada 
de lo que recuerdo ha sobrevivido. En algún lugar, hace mucho tiempo
leí: “Así es como los niños superan el terror. Caen dormidos”.
Yo caí dormido hace mucho tiempo.

Creo que gran parte de la razón
por la que no me importaba el pasado de Soraya
era porque yo también lo tenía. Porque conocía perfectamente
lo que era el remordimiento. Pero nada de lo que recuerdo
ha sobrevivido. No quiero olvidar más.
Dame diez minutos.

En tanto, en un rincón, como un papel pintado soso
Sohrab había acabado confundiéndose con el fondo.
Sólo existe lo que hacemos y lo que no hacemos.
A veces se puede lograr olvidar el pasado.

Sohrab, déjame volar contigo cometas por el cielo.



© Texto: Yiyi, julio 2012 - composición libre del texto de Kaled Houssini "Cometas en el cielo" (donde la mayor parte de las frases son copias textuales de la obra) 
© Imagen: Cometas en cielo - Galería Flickr Sandra Méndez [ s m ]