martes, 27 de diciembre de 2011

NO ES DÍA PARA UN POEMA


NO ES DÍA PARA UN POEMA

5 grados hace en Alcobendas
y mis manos se vuelven torpes
mientras trato de escribir
estas palabras.

El cielo está despejado
pero no se ven las estrellas.
Las luces de la ciudad
colapsan el cielo
y están rosadas las pocas nubes
atrevidas del firmamento.

Hace frío en Alcobendas
y se congelan las ideas
mientras paseo por el mismo parque
por donde te imagino,
aunque ni este poema,
ni esta ciudad,
tratan hoy de amor.

Pues hace 5 grados en Alcobendas
y siento el frío en el cuerpo,
tanto frío como el tacto de este poema
que me dice
que hoy no es día para hacerlo.

Porque es tanto tiempo ya sin uno
y tanto tiempo sin sus versos,
que aún si escribo sin sentidos
se resisten a tener
un punto y un final,
pues es ahora, precisamente,
cuando me hablo a mí mismo de nuevo.

Pero hoy hace frío en Alcobendas
y este paseo me revela
que no busque más por entre sus huecos,
que hoy no habrá luna,
ni viento,
ni palabras,
que me hagan olvidar todo esto,

que hoy no es día para un poema
y ha llegado la hora
de volver a casa,
subir las mismas escaleras
por las que caí otras veces,
sentarme en esa silla giratoria
para dar vueltas a la vida,
tomar un café a las doce menos 5
mientras se me escapan por la ventana
los otros colores de la noche
y trato de olvidar
de lo que soy incapaz.

Porque ya
no queda más remedio. Ya
vendrá por sí solo, pienso,
cuando quiera. Pero hoy,
hoy no es día para un poema.


© Texto: Yiyi M. E, "Hoy no es día para un poema", diciembre 2011.
Imagen: eatingpoetry_chidopoeta.wordpress.com (modificada)

lunes, 5 de diciembre de 2011

MADRID TIENE LOS BRAZOS CAÍDOS




MADRID TIENE LOS BRAZOS CAÍDOS


  Madrid tiene los brazos caídos
como las ramas de sus árboles
que se arrastran en sus parques
periurbanos, desnudas,
buscando un poco de aire limpio.

Su horizonte se perfila blanco
tras las nieves de hace un par de días
y las calles caminan arrecidas de frío,
como el trato de sus gentes:
seco, tosco y brusco,
que dice en su primera vez
un visitante.


   Se prepara Madrid para otra guerra,
olvidados ya los fusiles y las escopetas,
y se viste de lana
mientras otros tiempos mejores,
no tan lejanos, aparecen en la memoria
ahora que sus gentes
luchan cada día con sus monederos,
calculadora en mano,
en un símil por su existencia.

En Madrid, donde el propio vaho
parece tener frío de las bocas
y se resbala en un grito
por entre la escarcha de sus noches,
en cada atardecer
se pinta de nuevo el cielo
y nace el rosa, el naranja
y el amarillo y el rojo
como si fueran su vez primera.
 


  Llegó ya el frío a Madrid,
como una ola, dicen los telediarios,
pero yo la siento tan distinta
a esas que me enseñaste
que sobrevivo
a estos brazos caídos
recordando tu mar,
tu cielo, tu calor,
tu verdadera ola
de agua mediterránea
caliente, templada
y tibia.


© Texto: Yiyi M. E, "Madrid tiene los brazos caídos", diciembre 2011.
Imagen: Egon Schiele