LA PUERTA DE ATRÁS DE MI CASA
Por la puerta de atrás de mi casa
hay una salida a lo urbano:
cemento, ladrillo, calzada, ruido...
paisaje humano.
Una ventana por la que no me hace falta salir
para respirar el aire:
saber que tengo una salida es suficiente;
me calma la sangre.
En los días en los que vago inerte,
su verde pinta mis preocupaciones de tranquilidad;
un cielo abierto y sin fronteras
que marcha ajeno al resto de la ciudad.
Por sus caminos
me pierdo,
aunque lo más habitual
es que en ellos
encuentro
rincones donde leí mil páginas,
donde escribí otras tantas,
lugar al que me pude agarrar
fuese cual fuese el momento.
Fue, por la puerta de atrás de mi casa,
donde confesé mis dudas;
con la que estoy en deuda ahora
siempre que la paz me inunda.
De lo poco que me queda,
que me acaricia,
este sitio de mi recreo,
por el que todavía,
y a pesar de mi edad,
-quizás esta sea la palabra adecuada-
juego.
hay una salida a lo urbano:
cemento, ladrillo, calzada, ruido...
paisaje humano.
Una ventana por la que no me hace falta salir
para respirar el aire:
saber que tengo una salida es suficiente;
me calma la sangre.
En los días en los que vago inerte,
su verde pinta mis preocupaciones de tranquilidad;
un cielo abierto y sin fronteras
que marcha ajeno al resto de la ciudad.
Por sus caminos
me pierdo,
aunque lo más habitual
es que en ellos
encuentro
rincones donde leí mil páginas,
donde escribí otras tantas,
lugar al que me pude agarrar
fuese cual fuese el momento.
Fue, por la puerta de atrás de mi casa,
donde confesé mis dudas;
con la que estoy en deuda ahora
siempre que la paz me inunda.
De lo poco que me queda,
que me acaricia,
este sitio de mi recreo,
por el que todavía,
y a pesar de mi edad,
-quizás esta sea la palabra adecuada-
juego.
© Texto: Yiyi M. E, "La puerta de atrás de mi casa", junio 2011.
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